martes, 19 de febrero de 2013

Dalí, Fulcanelli y la Cesta de Pan



Al pintar "La cesta de pan" Dalí, todavía no había leído a Fulcanelli, el alquimista del siglo XX; debió descubrirlo tardíamente, en algún momento durante los años 60, muy posteriormente a Breton que también lo leyó; a ambos, les causó un gran impacto. Tardíamente, en 1979, Dalí escribía estas líneas:

     "Uno de mis cuadros más famosos, "La cesta de pan", es la pintura más esotérica y surrealista de todo lo que he pintado hasta ahora. Yo mismo creía que se trataba de una naturaleza muerta. Nada de eso. Lea lo que dice Fulcanelli a propósito de una de los artesonados del castillo de Dampierre-Boutonne" y a continuación lee una larga cita de Fulcanelli en la que éste compara la estructura del mercurio filosofal a una red o a una malla trenzada: "La inscripción gravada sobre la filacteria de nuestro artesonado dice: MORI.POTIUS QUAM.FEDARI, "antes la muerte que la deshonra", bella y noble máxima de Ana de Bretaña; máxima de pureza, aplicada al pequeño predador de pieles blancas objeto de las solicitas atenciones de su elegante y complaciente poseedor. En el esoterismo del Arte sagrado, el armiño, imagen del mercurio filosófico, señala la limpieza absoluta de un producto sublimado, que la adjunción del azufre, o fuego metálico, contribuye a hacer más explosivo aún [...] En lo que respecta a la reja, nos revela quienes son estos signos exteriores que, según los Adeptos, constituyen el mejor criterio del producto secreto y facilitar el testimonio de una preparación canónica y conforme a las leyes naturales. La reja trenzada que sirve de jaula al armiño y, realmente, lo rodea al mercurio animado, bastaría para explicar el dibujo de los estigmas en cuestión [...] Y el carácter propio del mercurio es, precisamente, el de afectar a su superficie con una red de líneas entrecruzadas, trenzadas del estilo de las cestas, los capazos, paneras, etc Estas figuras geométricas, mucho más aparentes y más bien grabadas cuanto más pura es la materia, son un efecto de la voluntad todopoderosa del Espíritu o de la Luz. Y esta voluntad imprime a la sustancia una disposición exterior cruciforme y da al mercurio su signatura filosófica efectiva. Esta es la razón por la que comparamos este trenzado a las mallas de la red que sirven para pescar el pez simbólico; a la panera eucarística que lleva la _I?è_ de las catacumbas romanas; al pesebre de Jesús, cuna del Espíritu Santo encarnado en el Salvador de los hombres; en la cuna del Hércules niño, ahogando a las dos serpientes enviadas por Juno y al de Moisés salvado de las aguas; a la mona de Pascua, portadora de los mismos carácteres, al pastel de la Caperucita Roja, probablemente la más encantadora encarnación de estas fábulas herméticas que son Los Cuentos de mi Madre la Oca". A partir de ese momento, Dalí cada vez que quiere representar al "mercurio filosófico", lo hará mediante líneas entrecruzadas: "En mi cuadro, allí donde hay los trenzados, resulta incluso, según mis últimas investigaciones paranoico-críticas, que las estructuras de la panera, vistas al microscopio electrónico corresponden exactamente a las del mercurio". 
Dalí conocía la obra de Fulcanelli, el alquimista del siglo XX y para él la alquimia era, junto con la Magia ceremonial, la gran "ciencia sagrada"...

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